Cuando el silencio habla
Para muchos filósofos, el silencio representaba sabiduría, reflexión y profundidad, incluso una forma de comunicación más significativa que la palabra hablada. Sin embargo, hoy parece que nos incomoda. Llenamos cada espacio con sonido de fondo: el televisor encendido sin que lo miremos, el golpeteo constante del teclado en el teléfono, Spotify mientras nos bañamos. En lo social, el silencio se siente incómodo; buscamos llenarlo con comentarios sobre el clima o revisamos el celular para evitar una pausa demasiado larga.
Nietzsche decía que “el camino a todas las cosas grandes
pasa por el silencio". Y no en vano: un gesto puede comunicar más que una
frase ensayada, un breve silencio en una conversación puede darle peso a las
palabras, y en la música, los silencios son los que construyen el ritmo y la
emoción. El silencio no es vacío; es parte esencial del significado.
Este no es un texto contra el sonido, sino una apología a la
pausa. No se trata de buscar un silencio absoluto, sino de aprender a darle su
lugar, de no temerle, de descubrir lo que nos dice cuando dejamos de llenarlo
con ruido. Quizás ahí, en esa pausa que evitamos, encontremos respuestas que el
bullicio nunca nos dejó escuchar.