3/26/2025

Cuando el silencio habla

Para muchos filósofos, el silencio representaba sabiduría, reflexión y profundidad, incluso una forma de comunicación más significativa que la palabra hablada. Sin embargo, hoy parece que nos incomoda. Llenamos cada espacio con sonido de fondo: el televisor encendido sin que lo miremos, el golpeteo constante del teclado en el teléfono, Spotify mientras nos bañamos. En lo social, el silencio se siente incómodo; buscamos llenarlo con comentarios sobre el clima o revisamos el celular para evitar una pausa demasiado larga.


Nietzsche decía que “el camino a todas las cosas grandes pasa por el silencio". Y no en vano: un gesto puede comunicar más que una frase ensayada, un breve silencio en una conversación puede darle peso a las palabras, y en la música, los silencios son los que construyen el ritmo y la emoción. El silencio no es vacío; es parte esencial del significado.


Este no es un texto contra el sonido, sino una apología a la pausa. No se trata de buscar un silencio absoluto, sino de aprender a darle su lugar, de no temerle, de descubrir lo que nos dice cuando dejamos de llenarlo con ruido. Quizás ahí, en esa pausa que evitamos, encontremos respuestas que el bullicio nunca nos dejó escuchar.

3/19/2025

La necesidad de salir a ningún lugar

 

Estamos viviendo en un momento en lo que todo parece necesitar un sentido, tener una utilidad, es un lujo perder el tiempo y no tomar el camino directo de un lugar A a un lugar B. Perder el tiempo y perderse en el camino.

 

Sobre la primera parte Byung-Chul Han analiza la hiperactividad en la que nos sumergimos en pro de la productividad, rendimiento o incluso auto explotación. Esto nos aleja del aburrimiento contemplativo que nos lleva al pensamiento profundo, la creatividad y el encuentro con uno mismo.

 

Sobre lo segundo es sobre lo que quiero extenderme, en francés existe un término: flâneur, derivado del verbo flâner, que significa "pasear", "vagar" o "deambular sin rumbo". El flâneur es el arte de vagar sin rumbo, perderse en las calles, observar la vida sin prisa ni destino. Una invitación a salir a ningún lugar, dejarse llevar, perderse, deambular. Sumergirse en las calles caminando sin ningún destino. Dar una vuelta por la ciudad sin rumbo.

 

Inmersos en la era digital, Google Maps y otras apps están en una carrera frenética por mostrarnos siempre el mejor camino, el más rápido, haciendo casi imposible no llegar a un lugar en el tiempo estimado, por lo que perderse supondría haberte descuidado o haber cometido un error. ¿Y, si perderse es encontrarse?

 

Antes perderte era parte del viaje, te permitía explorar, encontrar nuevos caminos, vivir nuevas experiencias, ver cosas desde otro enfoque no contemplado. Con los mapas digitales, todos suelen ir a los mismos lugares de la misma forma, caminar por otros caminos propicia descubrir una nueva calle, un mural poco visto o un parque no tan visitado brindándote esa sensación de efecto serendipia.

 

 Cuando estas perdido quizá terminas encontrándote. Andar perdido no solo afecta lo geográfico, podría también incidir en lo interno permitiéndote dejar a un lado lo conocido, lo rígido, conectando más con la creatividad y lo inesperado. En ese momento nuestros sentidos se activan y ven lo nuevo como algo que nos impacta. Como cuando reproducimos música en aleatorio y nos sorprende para bien una canción que voluntariamente no hubiésemos elegido.

 

Sea este pues un llamado a permitirnos conscientemente perdernos de vez en cuando, a caminar sin rumbo, sin ninguna intención clara. En lo desconocido, en lo espontaneo, en lo no planeado, hay belleza y nos damos la oportunidad de quizá encontrar algo mientras estamos perdido incluso mas valioso que eso que buscábamos.