La necesidad de salir a ningún lugar
Estamos
viviendo en un momento en lo que todo parece necesitar un sentido, tener una
utilidad, es un lujo perder el tiempo y no tomar el camino directo de un lugar
A a un lugar B. Perder el tiempo y perderse en el camino.
Sobre
la primera parte Byung-Chul Han analiza la hiperactividad en la que nos
sumergimos en pro de la productividad, rendimiento o incluso auto explotación.
Esto nos aleja del aburrimiento contemplativo que nos lleva al pensamiento
profundo, la creatividad y el encuentro con uno mismo.
Sobre
lo segundo es sobre lo que quiero extenderme, en francés existe un término:
flâneur, derivado del verbo flâner, que significa "pasear",
"vagar" o "deambular sin rumbo". El flâneur es el arte de
vagar sin rumbo, perderse en las calles, observar la vida sin prisa ni destino.
Una invitación a salir a ningún lugar, dejarse llevar, perderse, deambular.
Sumergirse en las calles caminando sin ningún destino. Dar una vuelta por la
ciudad sin rumbo.
Inmersos
en la era digital, Google Maps y otras apps están en una carrera frenética por
mostrarnos siempre el mejor camino, el más rápido, haciendo casi imposible no
llegar a un lugar en el tiempo estimado, por lo que perderse supondría haberte
descuidado o haber cometido un error. ¿Y, si perderse es encontrarse?
Antes
perderte era parte del viaje, te permitía explorar, encontrar nuevos caminos,
vivir nuevas experiencias, ver cosas desde otro enfoque no contemplado. Con los
mapas digitales, todos suelen ir a los mismos lugares de la misma forma,
caminar por otros caminos propicia descubrir una nueva calle, un mural poco
visto o un parque no tan visitado brindándote esa sensación de efecto
serendipia.
Cuando estas perdido quizá terminas
encontrándote. Andar perdido no solo afecta lo geográfico, podría también incidir
en lo interno permitiéndote dejar a un lado lo conocido, lo rígido, conectando
más con la creatividad y lo inesperado. En ese momento nuestros sentidos se
activan y ven lo nuevo como algo que nos impacta. Como cuando reproducimos
música en aleatorio y nos sorprende para bien una canción que voluntariamente
no hubiésemos elegido.
Sea
este pues un llamado a permitirnos conscientemente perdernos de vez en cuando,
a caminar sin rumbo, sin ninguna intención clara. En lo desconocido, en lo
espontaneo, en lo no planeado, hay belleza y nos damos la oportunidad de quizá
encontrar algo mientras estamos perdido incluso mas valioso que eso que
buscábamos.
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