5/31/2006

Mi primera vez…

…En un bar de chicas que bailan en tubos
Recuerdo la primera vez que fui a un sitio de esos donde hay muchas chicas con poca ropa bailando en un tubo. Tenia 17 años, estudiaba 5to año del bachillerato. Era un viernes, me encontraba en casa de mi amiga A, era en su casa donde nos reuníamos a pasar el rato. Cuando eran alrededor de las 10:30 p.m., mi amigo E, mi amigo D y yo discutíamos sobre cual sería el plan para esa noche. Yo proponía que compráramos un par de cajas de cervezas y pasáramos la noche dando vueltas en el carro de mi amigo D. Pero mi amigo E propuso que fuésemos a un lugar llamado La Reina de la Noche. Según mi amigo E en ese sitio uno podía pasar la noche viendo chicas bellas haciendo “chous” con poca ropa.

Yo desconocía ese tipo de lugares, nunca había ido. A pesar de que escuchaba a menudo los comentarios de mis amigos sobre esos sitios, no tenia una idea clara de cómo eran. Solo tenía una vaga idea de lo que podría encontrar en La Reina de la Noche, imaginaba que iba a estar full de tipos sádicos, borrachos, viejos verdes y demás seres babosos, mirando con ojos desorbitados a una pobre chica que debía bailar si ropa para poder pagar sus estudios y enviarle dinero a su hermanito menor que vivía en Zaraza con su tía paterna. Pero hasta no conocerlo, no podía saber a ciencia cierta como eran esos sitios.

Ya en el carro de mi amigo D, camino al club donde las chicas se quitan la ropa, yo tuve un ataque moralista. Y no era porque iba en contra de mis principios o mis valores visitar ese lugar. Me estaba arrepintiendo de ir a ese sitio era para evitar que alguien me fuera a ver allí y le contara a mi familia. Lo último que quería era que alguien de mi familia se enterara de mi visita a La Reina de la Noche. Me imaginaba la cara de mi madre al día siguiente preguntándome: “¿Ramón, que hacías tú en ese sitio? ¡En esos lugares no vas a encontrar nada bueno!”. Pero luego, todavía en el carro de mi amigo D y en compañía de mi amigo E, razoné lo siguiente: Sí alguien que conoce a mi familia me ve en La Reina de la Noche, quizás a ese alguien tampoco le convenga que yo lo vea allí. Estabas mas tranquilo ya. Si alguien me ve no podrá decir nada porque tendría que explicar que hacia él allí.

11:15 p.m., llegamos a La Reina de la Noche. Yo tenía 17 años y una cara de tripón que no me la quita nadie, pensaba que iba tener problemas para entrar. En la entrada habían dos porteros uno era moreno y alto y el otro era blanco y media como 1.40 metros. Nos revisaron de pies a cabezas, uno de los porteros nos preguntó si éramos mayores de edad, nos cobraron la entrada y nos dieron luz verde para que entráramos al sitio, no sin antes avisarnos que dentro de 15 minutos comenzaba el primer “chou”. Mientras entraba yo pensaba lo siguiente: Menos mal que el portero no me pidió mi cedula de identidad para verificar mi edad, porque si hubiese sido así seguramente me hubiese pedido dinero extra para poder ingresar al sitio. En Venezuela es muy frecuente esto, si tienes 17 años y quieres hacer algo para mayores de 18, con solo sacar de tu billetera unos cuantos billetes inmediatamente eres visto como todo un señor.

Dentro del lugar todo parecía surrealista. Muebles tapizados en cuero rojo, luces a medio encender que alumbraban rojo, un olor a pachulí muy fuerte, chicas de todas las contexturas con poca ropa y tacones altísimos, música pachangosa, hombres de todas las clases sociales, dos barras ubicadas a los lados de local, una especie de tarima de unos 50 centímetros de alto, un tubo como el de los bomberos o el de Batman en el centro de la tarima y la pared que estaba detrás del escenario estaba totalmente forrada de espejos.

Llegamos al lugar relativamente temprano; por lo general eso se llena, según uno de los porteros, después de la media noche. Como llegamos temprano pudimos sentarnos en el mueble que quedaba justo en frente del escenario donde cada media hora se presentaría una chica distinta. En el mueble conversábamos cualquier trivialidad y tomábamos algunas cervezas para pasar el rato mientras esperábamos el “chou”. Mis ojos recorrían todo el lugar por dos motivos: 1) Asegurarme de que no hubiese nadie conocido en el lugar; 2) Ver que tipo de personas frecuentaban estos sitios.

Faltando 15 minutos para la media noche, mi amigo E, mi amigo D y yo charlábamos sobre los juegos de fútbol de la liga española de ese fin de semana. En eso la música cambió repentinamente a un sonido un poco más suave y lento. Y la primera chica salió al ruedo. Usaba una faldita cortica y una blusita. Nosotros, en primera fila, estabamos muy pendientes de cada uno de sus sutiles movimientos. Poco a poco se despojo se sus ropajes, hasta que quedó en pelotas. Era asombrosa la forma como aquella chica se balanceaba en el bati-tubo. Terminó el primer “shou”.

Durante el receso entre “chou” y “chou”, decidí salir fuera del lugar a respirar un poco de aire fresco. En las afueras del local me puse a conversar con los porteros. Yo les comente que era mi primera vez en ese sitio y que había notado que no había chicas entre los asistentes, solo habían hombres. El portero de baja estatura me comentó que las mujeres, ajenas al negocio de bailar en tubos, no podían entrar al local para evitar que una de esas mujeres entre a sacar por los pelos a su marido. Que eso era muy frecuente antes y por eso hacia meses habían decidido prohibirles la entrada. Al escuchar que la música volvía a sonar más suave entré a buscar mi lugar en primera fila.

Entré al local de nuevo, y observé que el mueble donde nos habíamos ubicado cuando llegamos estaba solo. Me senté en el mueble y pude ubicar donde se encontraban mis amigos. Mi amigo D estaba en la barra saludando a un conocido de él y mi amigo E conversaba alegremente con una de las chicas que allí trabajaban. Comenzó el segundo “chou” y una de las chicas que atendía en el local se sentó junto a mí. Ella amablemente me buscaba conversación, pero había elegido un mal momento; justamente en ese instante acababa de salir al escenario una chica muy agraciada, tenía unos senos grandes y un buen trasero. La chica que se encontraba a mi lado no dejaba de hablarme y en vista de que yo no le prestaba atención me dijo: “lo que tu no sabes es que ella podrá estar muy buenota pero tiene una caries”. Yo, sin quitarle la vista de encima a la chica que se deslizaba por el tubo, le pregunte si acaso a alguno de los presentes eso le importaba. Ella se molesto por mi comentario y se fue a conversar con otro de los asistentes. Mi amigo E seguía conversando con una chica y mi amigos D se encontraba sentado junto al conocido que estaba en la barra.

Mi amigo D se despidió de su amigo, mi amigo E se despidió de su amiga que bailaba en tubos y yo volví a hacer un recorrido visual para asegurarme de que nadie me hubiese visto en ese sitio. Cuando se nos acabó el dinero para comprar birras, nos fuimos. Ya en mi casa acostado, solo podía reírme al recordar a la chica que me decía que la bailarina tenía caries. Desde ese día no he vuelto a ir a La Reina de la Noche.

12 Comments:

At 5/31/2006 08:13:00 p.m., Blogger Unknown said...

Bueno a veces esas primeras experiencias suelen ser más sordidas, al menos la tuya fué normalita...y la excusa de la chica para llamar tu atención fué genial
Saludos Ramon

 
At 5/31/2006 09:41:00 p.m., Blogger Ney said...

Todos hemos pasado por eso Ramon, pa lante! jajaja siempre hay primera vez para todo no?... Saludos y suerte, excelente blog!

 
At 5/31/2006 11:39:00 p.m., Blogger El Zord said...

Jajaja, muy buen post. Las primeras veces son siempre inolvidables, y supongo que tratándose de un caso como éste, más aún.
Que bien que lo hayas disfrutado.
Saludos!

P.D. Gracias por el link!

 
At 6/01/2006 12:06:00 a.m., Blogger Decsucesoralesvzla said...

chamo.. pero eso de la caries... no habrá querido significar otra cosa?.. no se... me parece trivial una caries, mas no es trivial si en efecto quizo decir otra cosa.. Saludos, MN

 
At 6/01/2006 03:26:00 p.m., Blogger EduardoEquis said...

El bati-tubo, otra forma de llamarlo... bueno, es curioso, supongo que el turno tambien me llegará, aunque te diré que no me atraén mucho esos lugares, tal como te sucedia a ti, pero bueno, nunca digas nunca jajajaja...

Aunque, me parecio que tu experiencia fue, sencilla porque he escuchado algunas de conocidos que, son bastante bizarras por así decirlo, jajajaja. Saludos!

 
At 6/01/2006 05:27:00 p.m., Blogger Tapa-Amarilla said...

Por lo visto como que fuen "UNA GRAN EXPERIENCIA" porque ese detalle de las horas... y que risa el cuento del portero y porque no entran las Mujeres jejejej
Yo tambien mate mi curiosidad en un sitio de esos y vi el "Chou"

 
At 6/02/2006 03:32:00 p.m., Blogger franceline said...

me gusto, buen relato de una noche de "chicas en tubo", toda una experiencia.
saludos!

 
At 6/02/2006 05:21:00 p.m., Blogger Wari said...

Bueno Ramòn, creo que de esa experiencia aprendiste algo: que no importan las caries cuando el trasero es grande jajajajajajajaja!!!!!
Cuidate, feliz fin de semana! ;P

 
At 6/02/2006 06:55:00 p.m., Blogger enigmas PRESS / Gandica said...

Bueno no sé si te estás inventando una estilo "Los años del desmadre" de Tom Wolfe. Pero el texto tiene una fuerte carga periodística, quizá melancolía de esos semestres de Com.Social. Nada mal el post ¿Eh?
Gran saludo.
Y esa Reina era en Cabimas?

 
At 6/03/2006 01:26:00 a.m., Blogger La aragüeña said...

Buen post. Jajajaja que buena moraleja Waricha xD

Megusta tu blog :)
Saludos!

 
At 7/29/2006 08:32:00 a.m., Blogger Unknown said...

Que comico el no dejar enr las mujeres¡¡¡ jajaja

Y lo de la caries bueniiiisimo jajaj

 
At 8/10/2006 11:02:00 a.m., Blogger : ) said...

Estoy de acuerdo con Meganeni , creo que la caries es otra cosa !!!

 

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